Hola a todos, dos días sin conectarme y tengo ¡casi cincuenta emails nuevos!. Eduardo, gracias por recibirnos en tu casa, todo quedó excelente. Me quedé con las ganas de saludar a tu mami, pero supongo que eso me pasa por llegar tarde. Lo único que lamento que hayas decidido no escribir tú la crónica de la reunión. Menos mal, Carlos y Nicolás, que decidieron ustedes comentar algo, no sea que los que no fueron crean que se trató de una reunión fantasma. Agrego mis comentarios. Quizá el viernes faltó la emoción de ver caras nuevas y preguntarse ¿quien es ese?, o ¿me reconocerá?. Además, probablemente por ser de noche, fuimos un grupo más reducido. Pero, el lado positivo del asunto, en lo que a mí concierne tuve la oportunidad de compartir más con todo el grupo y especialmente con las esposas de Juanca y Miguel y con la novia de Eduardo, oportunidad que en la casa de la Polla no me dí ya que estaba, al igual que todos, impactada con el reencuentro. Y creo que si éstas reuniones se van a repetir como queremos lo mejor es que nos vayamos conociendo todos para formar la gran familia friedman81 (ya me empecé a poner cursi, lo que pasa es que quiero que Cora se acuerde de enviarme la receta de su deliciosa torta de chocolate). Volviendo a la reunión, estuvimos largo rato conversando todas las mujeres hasta que de pronto llegó Francisco y protestó de que qué era eso de que las mujeres y los hombres estuviéramos separados, y del tiro dispersó el grupo (realmente no recuerdo bien si fuiste tú Francisco, pero siguiendo el ejemplo de Eduardo, creo que eres un buen candidato para echarle la culpa de todo). La sección de chistes no pudo faltar, pasando por los maracuchos, los gallegos, etc, etc. Al hacerse más tarde, Eduardo cedió amablemente su cama a los niños, quienes vieron unos pocos segundos comiquitas en la televisión para luego quedar profundamente dormidos enrrollados en las cobijas. También aprovechamos de planificar el siguiente reencuentro en casa de Laly. De por sí, la cava de Juan Carlos ya está allá. Por cierto que propongo que intentemos todos contactar a alguien más. Y que nos vayamos anotando en la lista que comenzó Juancarlos para que ellos puedan tener una mejor idea de cuantas puntas comprar. No pude dejar de notar que en casa de Eduardo hay una enorme y cómoda parrillera, así que, una vez agotados todos los lugares que voluntariamente se vayan ofreciendo, podemos lanzarle una pequeña indirecta a ver si nuevamente nos podemos reunir allí. :o) No, definitivamente yo no soy la persona indicada para hacer las crónicas, ¡vamos Eduardo, anímate!. Y sí, si hubo chicharrones picantes, lo que no sabía era que Eduardo los iba a servir con limón.

Marta.